La experiencia de Sahil Lavingia en DOGE: un vistazo al funcionamiento del gobierno
Sahil Lavingia, conocido en el ámbito de la tecnología como el fundador de Gumroad y ex empleado de Pinterest, ha compartido recientemente sus reflexiones sobre su breve pero intenso paso por DOGE, una organización temporal creada por un decreto ejecutivo del expresidente Donald Trump. Su diario, aunque es un relato conciso de tan solo 55 días, ofrece una visión interesante sobre el funcionamiento interno del Departamento de Asuntos de Veteranos (VA) y la dinámica de un equipo que, a pesar de su ambición, enfrenta serias limitaciones.
Lavingia se unió a DOGE en marzo como ingeniero de software, atraído por la posibilidad de hacer un cambio significativo en la vida de los ciudadanos a través de la tecnología. Sin embargo, su experiencia reveló un panorama mucho más complejo de lo que había anticipado. A pesar de la percepción general de que las grandes organizaciones gubernamentales son ineficientes y lentas, Lavingia se sorprendió al descubrir que, dentro de las estructuras del VA, existían normas estrictas que regulaban el proceso de despidos, lo que desafiaba su visión preconcebida.
Normativas y realidades en el VA
En su relato, Lavingia destaca que el VA, con sus 473,000 empleados, no era tan ineficaz como muchos podrían suponer. A pesar de su carácter burocrático, se dio cuenta de que había regulaciones que impedían la eliminación de ciertos trabajadores basadas en su antigüedad y estado como veteranos. Esto es particularmente significativo, dado que la misión del VA es servir a aquellos que han servido al país. Lavingia se dio cuenta de que el rendimiento de un empleado podía quedar relegado a un segundo plano frente a estos factores, lo que pone de relieve las complejidades de gestionar un gran organismo público.
La cultura organizativa del VA, según Lavingia, se caracteriza por una abundancia de reuniones y una escasez de decisiones efectivas. Esta realidad resalta un dilema que enfrentan muchas agencias gubernamentales: la necesidad de modernizarse sin sacrificar su funcionalidad.
El propio Lavingia se vio envuelto en la tarea de identificar contratos "desperdiciados" y potenciales despidos. Sin embargo, se sintió frustrado al ver que su enfoque hacia la eficiencia no siempre coincidía con la realidad de la política interna. En sus reflexiones, señala que el papel de DOGE era más el de un consultor de gestión que el de un agente de cambio real. Esta percepción de DOGE como un "chivo expiatorio" para decisiones impopulares se alinea con las críticas que Elon Musk ha hecho recientemente sobre la organización.
La falta de autoridad y la burocracia
Uno de los aspectos más destacados de la experiencia de Lavingia fue la limitada autoridad de DOGE. Aunque se esperaba que este grupo trabajara para mejorar la eficiencia del VA, en realidad no tenía el poder de implementar cambios decisivos. La verdadera toma de decisiones recaía en los jefes de las agencias, quienes eran designados por Trump y que, al parecer, preferían dejar que DOGE asumiera la responsabilidad de las decisiones difíciles.
A pesar de las limitaciones que enfrentó, Lavingia se dedicó a trabajar en proyectos que le interesaban. Esto incluía la mejora de la experiencia del usuario en un chatbot basado en modelos de lenguaje que ya estaba en uso. Sin embargo, se lamentó de no haber podido llevar a cabo proyectos de mayor envergadura que realmente beneficiaran a los veteranos, como la optimización del proceso de reclamaciones de discapacidad.
La frustración de Lavingia se refleja en su comentario de que nunca pudo obtener la aprobación para implementar nada que mejorara la vida de los estadounidenses, a la vez que ahorrara dinero a los contribuyentes. Esto pone de manifiesto una tensión inherente entre la innovación y la burocracia que caracteriza a las instituciones gubernamentales.
Proyectos y herramientas de código abierto
A pesar de su breve paso por DOGE, Lavingia logró desarrollar una serie de herramientas que, aunque limitadas, representaban un intento de modernizar los procesos internos. Uno de sus proyectos más notables fue una herramienta que escaneaba documentos internos en busca de términos relacionados con la diversidad, la equidad y la inclusión, así como políticas sobre COVID y asociaciones con la OMS. También trabajó en herramientas que utilizaban modelos de lenguaje para analizar contratos y crear organigramas.
Sin embargo, la falta de una estructura organizativa clara dentro de DOGE fue una de sus principales críticas. Lavingia expresó su sorpresa por la ausencia de un manual de ingeniería de software centralizado que recogiera las lecciones aprendidas, lo que dificultaba la transferencia de conocimientos y experiencias entre los ingenieros. Esta falta de organización contrasta con la cultura de innovación rápida y compartición de conocimientos que se encuentra en muchas startups de Silicon Valley.
Despido y reflexión sobre el trabajo gubernamental
La experiencia de Lavingia en DOGE llegó a su fin de manera abrupta tras discutir su trabajo con un periodista. Fue despedido sin previo aviso, lo que añade una capa de complejidad a su narrativa. Sin embargo, a pesar de su salida, Lavingia reflexionó sobre lo que había aprendido durante su tiempo en el VA. Afirmó que, aunque el sistema era lento y a menudo frustrante, había una funcionalidad subyacente que operaba en el fondo.
A pesar de la burocracia, Lavingia reconoció que el gobierno sí funciona. La gran cantidad de reuniones y la falta de decisiones rápidas son características que a menudo se critican, pero que, en su opinión, no necesariamente son sinónimos de ineficiencia total. Este punto de vista es vital para entender la dualidad del trabajo en el sector público, donde la urgencia de la innovación se encuentra con la necesidad de deliberación cuidadosa.
Un dilema de modernización
La experiencia de Lavingia pone de relieve un dilema crucial que enfrentan las grandes agencias gubernamentales: la necesidad de modernizarse mientras mantienen su funcionalidad. Aunque la inclusión de programadores y profesionales de la tecnología puede parecer una solución obvia, la realidad es que el enfoque de Silicon Valley, donde la agilidad y la innovación son primordiales, puede no ser la mejor manera de abordar los desafíos que enfrentan las instituciones gubernamentales.
La historia de Lavingia es un recordatorio de que, a pesar de las críticas, muchas agencias públicas están en funcionamiento y ofrecen servicios esenciales a millones de personas. La pregunta sigue siendo cómo equilibrar la eficiencia y la innovación en un entorno que, por naturaleza, está diseñado para ser deliberado y cuidadoso. La reflexión de Lavingia sobre su tiempo en DOGE invita a un examen más profundo de cómo se pueden implementar cambios significativos en un sistema que, aunque imperfecto, sigue siendo vital para el bienestar de la sociedad.
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